La soledad y yo

“Soportar a los niños no es la parte más difícil y dura de la maternidad, es la soledad.” Sueños de Mamá, IBS Publishing.

Cuando leí esta frase por primera vez me pareció muy fuerte y pensé “que exagero!” Al leerle de nuevo y dividirla en dos partes, pienso, no tenemos que soportar a los niños. Ellos no son de soportar, son de disfrutar (traté ese tema en otro post aquí). Sin embargo, entiendo lo dura que puede ser la soledad.

Con el nacimiento de mi primera hija, muchas novedades y cambios pasaron por mi vida. Para empezar, por haber tenido poco contacto con bebés, no tenía idea lo que era ser mamá (tampoco quiero decir que ahora la tenga!). Cuando ella cumplió seis meses, nos fuimos a vivir a otro país con idioma, hábitos e costumbres diferentes. Siento que la distancia de la familia y de los amigos hizo la maternidad más difícil. Finalmente, yo, que siempre trabajé y lo disfruté, no pude conciliar mi vida profesional con todos esos cambios. Así que acepté la vacante de mamá “full-time”, aunque sin experiencia! ;)

Durante ese tiempo, muchas situaciones me provocaron – y aún provocan – un sentimiento de soledad: estar lejos de mi tierra, familia y amigos; ser extranjera; perderme en mi rol de mamá y ama de casa desesperada; pasar la mayor parte del día en un monólogo con una bebé; trabajar sin poder parar para salir a respirar un poco o tomar un café; extrañar ser hija, nieta o sobrina mimada y abrazada; estar limitada para hablar y para entender; y orar sin sentirme escuchada.

En esos momentos, es difícil no sentir tristeza y ganas de llorar. A veces, esa tristeza puede durar días, meses o hasta años. En mi caso, he experimentado la que dura días y también la que dura meses. En muchos casos, llorar para desahogarme ha servido para salir adelante. Pero en otros, aún llorando, la tristeza se prolonga. Creo que hay diferentes alternativas ante esta situación: aguantar, buscar compañía y ayuda de amigos o familiares (aunque estén lejos),  hacer nuevas amistades (si estas lejos de casa) o buscar refugio en Dios.

En mi caso, por algún tiempo, recién llegada al Brasil escogí aguantar. No me fue tan bien. En mis fuerzas, estaba aguantando ese sentimiento de soledad que se había vuelto mi compañía. Me sentía sola teniendo a mi esposo y personas a mi lado. No era la mejor versión de mí, ni de mamá y menos de esposa. Afortunadamente, hay ángeles que nos rescatan cuando decidimos meternos en esos huecos de soledad y desespero, donde no vemos más allá de nuestras narices y nuestros “problemas”. Esos ángeles para mí fueron mamá y esposo. Ellos, con su amor, comprensión, compañía (y mi madre con sus oraciones), lograron ayudarme a salir del hueco.

Hoy después de lo vivido, creo que lo mejor es buscar la compañía de las personas queridas y el refugio en Dios. Con mi familia y amigos tengo contacto a través de las diferentes redes sociales y mensajería instantánea. Independiente de donde esté, trato de hacer contacto con “potenciales amigas”, es decir, mamás con hijos. ;) Sin embargo, mi mejor alternativa siempre es refugiarme en Dios. Él está con nosotras en esos momentos de soledad. Él entiende y conoce nuestra necesidad, llena los vacíos del corazón, hace que los días no sean tan largos y nos llena de una paz que sobrepasa todo entendimiento. 

“Señor, tu me examinas. Tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aún a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; [...] Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino.Y guíame por el camino eterno.” Salmo 139

Si como mamá, no estoy bien, mis hijos tampoco lo están.  Como nos dicen cuando viajamos en avión: "En caso de una despresurización de la cabina, Los pasajeros que viajen con niños, deben colocarse la máscara a ellos mismos primero, y después colocársela a los niños". En este viaje de ser mamás "debemos primero buscar nuestra sanidad interior, para poder dar lo mejor a nuestros hijos". 

Padre, hoy vengo a ti y te pido por todas esas mamás que de alguna manera están atravesando momentos, días, meses o años de soledad. Madres solteras, divorciadas, viudas o quizás con esposos que trabajan mucho o sencillamente mamás que tienen vacíos en su interior que solo tu puedes llenar. Te pido que examines el corazón de cada una y les des de acuerdo a su necesidad. Sana sus heridas, consuela su dolor, su tristeza y quita toda amargura. Tu eres Dios, todo poderoso, Padre, esposo, amigo, consolador, consejero. Solo tu puedes llenar nuestras vidas. Saca de ese hueco de soledad a todas esas mujeres. Levántalas, permíteles ver todo lo bueno que esta por delante. Renueva sus fuerzas. Arranca la soledad de sus vidas. Derrama de los frutos de tu Espíritu en cada una y permíteles iniciar una nueva temporada con la certeza que no importa las circunstancias, tu estás con nosotras y todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.” Amen. 

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