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Mostrando las entradas de 2018

Gracias 2018!

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Ya está terminando el año. Siento que mi batería también. Este año ha sido intenso, lleno de adaptaciones, aceptaciones, descubrimientos y mucha carga emocional. Ya con 10 meses en Bogotá finalmente estamos instalados. Mis hijas y mi esposo con sus  rutinas establecidas. La casa andando y el montón de chicharrones que se han presentado en el camino ya al día (espero). Desafortunadamente el tiempo para mí ha sido poco. Entre organizar la casa, adaptarnos a nuestra vida aquí, resolver asuntos varios, aprender la dinámica de un colegio grande y exigente y lidiar con una "adolescente" de 3 años - uff - me he sentido como un bombero siempre apagando incendios y haciendo todo para que los demás estén bien. 

Los terribles 3?

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Siempre oía hablar de los "terribles 2”. Pero, para ser honesta, no los viví con ninguna de mis dos hijas. Pero si estoy viviendo los “terribles 3”. El último año ha sido intenso por todo lo que les he contado en los anteriores post. Pero también lo ha sido porque mí hija menor me ha demandado muchísima paciencia. Todo el proceso de la hermana, ella lo ha manifestado con rebeldía. Para mí, eso se traduce en un grito desesperado de querer atención. Mi hija menor, de un momento a otro, paso de ser la "chiquita" de la casa a la "abandonada" de la casa porque sus papás estaban ocupados tratando de lidiar con la situación y tratando de entender como poder ayudar a su hermana mayor. Muchas cosas de su personalidad se hicieron fuertes y desgastantes. Yo, por mi lado, con escasez de paciencia y energía para tener que lidiar con algo más, saltaba del grito a  dejarla que hiciera su voluntad para evitar una pelea. Así pasaron los meses y, sin darme cuenta, mi p

La Aceptación parte II

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Este mes se cumplió 1 año desde que surgió la sospecha que mi hija tiene una condición especial. No quiero hacer de eso una fecha, pero es difícil no recordar y no revivir ese proceso. La aceptación ha sido llena de altos y bajos. Cuando creo que lo acepté, viene algo a recordarme que aun falta camino por recorrer. Hace unos meses escribí un post  sobre ese tema . Sin embargo, aunque había aceptado que mi hija tenia una condición especial, no había aceptado el diagnóstico en sí.  Por varios meses no quería ni nombrar el Síndrome de Williams (SW) y mucho menos que las personas supieran lo que mi hija tenía. Sentía que tenía que protegerla de juicios y señalamientos. Sin darme cuenta empecé a tener un gran secreto que me dolía y me pesaba mucho.

Mayo mes de la Concientización del Síndrome de Williams (SW)

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L@s que me leen, saben que hace algunos meses recibí un diagnóstico en mi hija que ha generado muchos cambios y un proceso doloroso en mi vida. Eso lo plasme en 3 posts ( un día a la vez , Cambio de dirección  y La aceptación ). Durante este tiempo nunca hable del diagnóstico porque no me sentía preparada, pero principalmente porque sentía que así estaba protegiendo a mi hija de rótulos, etiquetas y señalamientos.  Creo que en parte también estaba tratando de protegerme a mí. Cuando recibes un diagnóstico de esta magnitud lo único que tienes es preguntas, miedo y una tristeza tan grande que te penetra en el cuerpo y te paraliza. 

Recomenzando

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Por fin después de dos meses largos, estoy de nuevo en casa. todavía con desorden y algunas cajas por abrir, pero ya en tierra firme. Es increíble como este proceso de cambios y mudanzas, desordenan tanto la vida. No solo física sino emocionalmente.  En las últimas semanas mi hija siempre al acostarse me dice: “mamá me hace falta Sao Paulo” y yo le digo: “a mí también hija, pero pronto nos acostumbraremos a esta nueva ciudad y todo lo que tiene para ofrecernos”. S iempre que ella me dice eso, me quedo pensando: ¿Que será lo que ella más extraña? Yo por mi parte extraño la tranquilidad que da la vida ya organizada (rutinas) y creo que ellas extrañan a la mamá calma que esta desaparecida, sin tantas ocupaciones y sin tanto acelere.

Cerrando un ciclo

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A comienzos de Diciembre, sin planearlo ni esperarlo, apareció un nuevo cambio, un gran cambio. Nos mudamos de país nuevamente y, lo más sorprendente, es que era a mi país. Colombia! Jamás imaginé que volvería a vivir aquí. Pero como la vida últimamente me sorprende con cosas inesperadas, aquí estoy, escribiendo desde Bogotá, mi ciudad natal, donde ya hace más de un mes estoy. Por nuestro estilo de vida, ya estoy “acostumbrada” a mudarme. Sin embargo, cada cambio trae desafíos, retos y mucho estrés. Siempre que me voy de un lugar siento que se acaba un capítulo y comienza otro, cada uno mejor que el otro, como una gran novela.