Mamá Rebelde

En uno de esos días, cuando quería salir corriendo y mi único escape era escribir, decidí desahogarme en texto. Así nació la "mamá rebelde". 

Hoy, un año después, al leer lo que escribí, me río y me pregunto ¿será que hay alguna mamá rebelde que se identifique? Aquí comparto lo que escribí hace un año:


Han oído hablar de la “mamá rebelde”? Yo no. De hijos rebeldes, sí. Nunca de mamás. pero, hoy me siento una mamá rebelde, que se quiere rebelar, que se está rebelando y que se va a rebelar.

Me quiero rebelar, porque no entiendo en que momento una niña de dos años comenzó a dirigir mi vida, a definir el rumbo, a establecer el menú, a establecer que puedo hacer y que no, cuando puedo dormir y cuando no, cuando puedo tomar un baño largo, cuando puedo hablar por teléfono o no y por ahí sigue la larga lista. 

En mis tiempos mi mamá era la que mandaba, la que definía. Ella daba ordenes y yo solo obedecía (y ay de que no obedeciera!). Hoy me veo y no estoy ni traumada, ni carente de amor, ni todo eso que hablan ahora. Creo que soy una persona normal, con cualidades y  defectos. Trato de ser un buen ser humano. Sé que en la vida, a veces se gana y otras se pierde. Me esfuerzo para obtener lo que quiero y lo disfruto cuando lo obtengo. Trato de entender cuando las cosas no son para mí. En conclusión, creo que soy relativamente normal, tengo mis locuras, pero manejables. ;)

Entonces, hoy me rebelo a que sea mi hija quien manda en mi casa. Como decía mi mamá “La que manda en esta casa soy yo, porque yo soy su mamá y punto”. Me rebelo a tener que hacer mil maravillas para que ella duerma. Si mi hija tiene sueño, que duerma! Y que duerma como sea, donde sea. Con luz, con oscuridad, con la música de la cuna o sin ella, con los 30 muñecos o sin ellos, con la cobija que le gusta o sin ella. Me canse de tener miedo a que la pila de la música de la cuna se acabe por que va armar una pataleta y no va dormir. O a que hagan un ruido fuerte y ella se despierte o no duerma. 

Me rebelo a dar de comer con cinco muñecos, cantando, bailando, actuando. Si a la princesa no le gusto el menú, entonces preparar rápidamente otro platillo. Y ojo! Que este a la temperatura adecuada, porque frío no come. Por favor! Si yo tengo hambre, como! Si quiero montarla, la monto. Entonces, adiós muñecos. Ahora cuando es a comer es a comer. Si no quiere comer o no tiene hambre, ok! Sin drama, sin lloro, sin sufrimiento. Me rebelo a tener que tomar baño a la carrera, porque mi hija decidió llorar, porque no le gusto un ruido, porque no está el muñeco, o por una cosa o por otra. Si cuando nos bañamos juntas, no he terminado de bañar, ella puede esperar y ahí desarrolla la paciencia. Me rebelo a estar ansiosa por no poder satisfacer las necesidades o los pedidos de mi hija. "Quiero cuento, quiero oso, quiero vaca, quiero tv, quiero esto quiero aquello y al final no quiero nada." Como dice mi suegra, “niña mimada que no quiere nada, lo quiere es una palmada” ;). 

Me rebelo finalmente al miedo a ser mala mamá. Mamá se aprende y es de todos los días. Al final, quien sabe ser mamá? Cada día es diferente del anterior. Cada día hay cosas y retos nuevos. Hoy me rebelo a tener miedo a equivocarme, a fallarle a mi hija, a los que me rodean o a mi misma. Hoy me rebelo a esas voces que siempre quieren opinar y criticar.

Hoy, sencillamente quiero disfrutar ser mamá, cayéndome y levantándome. Aprendiendo de mis errores, perseverando en la paciencia en los días de impaciencia, sin culpas, y sin miedos. A partir de ahora quiero oír: mi voz interna y la voz de Dios. Siempre le pido que me guíe y se que Él lo hace. Pero, por estar distraída con tanto ruido externo, no logro oírlo.

Al recordar eso que escribí hace un año, puedo decir que sí me rebele y que las cosas cambiaron para bien. Tome mi posición de mamá, sin tanto miedo, ni culpa, aprendiendo a decir sí o no, entendiendo que todo tiene su tiempo, y poniendo en práctica dos proverbios que me gustan mucho:

Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido” Prov 3:12
No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo” Prov 13:24

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