No a las etiquetas!

Desde que estoy en este mundo de la maternidad, he tenido varias ocasiones en que he sentido como “una basurita en el corazón”. Esto lo he sentido en momentos en que las situaciones son injustas con mi hija o cuando soy impotente ante los hechos.
Mi hija mayor nació muy baja de peso y esto nos generó mucha tensión y una necesidad de "ayudarla" a subir tanto de peso como de talla. Ella fue creciendo poco a poco, a un ritmo lento para lo que yo y los médicos esperabamos, pero siempre avanzando. Con el pasar del tiempo después de consultar especialistas, supimos que no era nada de preocuparse, sencillamente es su constitución.

En la medida que ella crecía y teníamos contacto con más niños de su edad, para mí era un poco impactante, ver las diferencias. A veces enormes, a veces no tanto, pero siempre diferencias. No solo en estatura, sino también en motricidad. Mi hija demoró para caminar y ahí se generó una diferencia grande con el promedio de los niños. Confieso que llegué a mentir en la edad de ella, para evitar las caras de asombro al decir la edad real. Siempre había gente imprudente que hacia comentarios y caras que poco ayudaban a una mamá primeriza.

Al estar en el colegio con niños de su misma edad, que claro! Son mucha más grande que ella y más avanzados motrizmente, hace que mi hija llame la atención. Y de alguna manera quieran buscar el porque de su diferencia. Yo sé que mi hija no esta dentro del "promedio". Ella tiene otra velocidad, otras habilidades y algunas debilidades, que desafortunadamente, estas últimas en esta fase de su desarrollo se resaltan más. Por mucho tiempo me hice de oídos sordos. Pero es difícil enfrentarse al sistema tradicional o simplemente a un grupo y ser el diferente, sin que esto se resalte.

Me ha costado un poco asimilar esta situación. Porque por más que no quiera y quiera hacerme la que no me importa, Si me afecta y me preocupa. En mi cabeza de mamá empiezan pensamientos como: “y si ella se acompleja por ser bajita?” “Y si ella se siente mal por no ser tan hábil y se aísla de sus compañeros?” "y si hay algo que no sepamos? " y ahí empiezo a sentir que no sé que hacer.  A veces me siento que estoy en la mitad de dos paredes que me están oprimiendo. ¿Que hago? ¿Busco ayuda? O ¿ignoro eso? “Que tal yo no busque ayuda y a futuro la afecte?” “Que tal yo pueda hacer algo para minimizar esas diferencias y este perdiendo tiempo?”. Realmente creo que mi hija no se da cuenta de lo que pasa y si se da, poco le importa. Ella no conoce la palabra vergüenza y se enfrenta a diferentes ambientes con toda la personalidad y la gracias que la caracteriza.

Después de luchar con las dudas que rondaban en mi cabeza, trate de no oír las voces externas, sino trate de oír mi voz interna y hacer lo que me daba paz. Y lo hice y lo estoy haciendo. No sobra una ayuda, pero no quiero que pongan etiquetas en mi hija y mucho menos yo quiero ponérserlas. Aunque si somos sinceros, ¿cuantas veces como padres no terminamos poniendo etiquetas? “ mi hij@ es llorón” “mi hij@ es intenso” “mi hij@ es hiperactivo, agresivo, distraído, lento, etc, etc.”

¿Porque en esta fase de la infancia queremos enfrascar a todos los niños en promedios o medidas de "normalidad"? ¿Porque siempre hay que ponerles nombres o "etiquetas" a los niños cuando van a ritmos diferentes o son "diferentes"? ¿Será que entre más información hay, más nos complicamos? ¿porque nos cuesta tanto como sociedad lidiar con lo diferente?.

No se si lo anterior es una queja o un desahogo. Pero sueño con una educación diferente, donde los niños puedan ser libres en su personalidad y libres de etiquetas. Que puedan enfocarse en sus destrezas, sin ser señalados por sus debilidades. Que puedan hacer lo que les gusta, sin tener que cumplir “requisitos” o "standards". Que se preocupen más con el ser humano y su individualidad. Y sencillamente que los dejen y los dejemos SER.


Un video para reflexionar:




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